DOSIFICACIÓN DE LA CARGA NO SÓLO EN REHABILITACIÓN DEPORTIVA.
nos deja un gran blog con esta temática tan interesante.
Aún en mi corta experiencia profesional y laboral, pude darme cuenta rápidamente de la importancia de estar debidamente formado en el ámbito del entrenamiento y la prescripción del ejercicio y la dosificación de la carga, pero no solo en el deporte, sino también en el ámbito de la rehabilitación osteomioarticular en general.
Sucede que todas las personas, desde un adulto mayor con un problema en su hombro hasta un futbolista o deportista profesional, tienen necesidades de fuerza que resolver en sus actividades de la vida cotidiana o laboral. Por supuesto que en diferentes medidas y magnitudes; de allí deriva la importancia de conocer principios esenciales de entrenamiento y dosificación.
Poder adaptar la carga de rehabilitación, según cada paciente, tipo de lesión y necesidades que tenga que resolver al finalizar su rehabilitación, debería ser nuestro norte en el accionar profesional y para eso tenemos que contar con más y mejores herramientas en lo relativo a la terapia física.
Nuestra propuesta de rehabilitación, debería centrarse en añadir carga bajo el criterio de sobrecarga progresiva, a medida que avanza en el estadío lesional, basando nuestra toma de decisión no sólo en aspectos biológicos/estructurales sino también en criterios funcionales y la respuesta a la carga de cada paciente.
Ahora bien, ¿cómo generamos sobrecarga progresiva? ¿solo cambiando la intensidad de una banda? ¿solo cambiando ejercicios de menor a mayor complejidad?
Siendo rehabilitadores, es nuestra tarea trabajar para buscar el desarrollo de la fuerza/potencia/velocidad o la necesidades específicas que tenga nuestro paciente y eso no lo vamos a conseguir si seguimos poniendo foco en ejercicios con bandas elásticas o acostados en una camilla dentro del consultorio.
El desafío está puesto en salir de ese lugar y animar/nos a exponer a ese paciente a intensidades de rehabilitación que asemejen a lo que luego va tener que tolerar en su vida deportiva, cotidiana o laboral.
Para esto, tenemos que conocer sobre programación de la carga, y concretamente sobre el desarrollo de la fuerza y la prescripción de ejercicios.
Usar una banda de baja intensidad para realizar una rotación externa de hombro, tras una cirugía o un cuadro de dolor agudo, puede estar bien para un inicio de la rehabilitación o en las primeras sesiones; pero… ¿es suficiente ese estímulo en la tercera semana de rehabilitación cuando el dolor disminuyó y la función mejoró?
Para esto, es importante que conozcamos el de PERIODIZACIÓN, que refiere a la forma en la cual vamos a manipular las distintas variables de entrenamiento/rehabilitación a fines de alcanzar los objetivos de rendimiento que tenemos con nuestro paciente.
Y cuando hago alusión a rendir, lo es tanto para el deportista como para un oficinista que acude a nosotros para mejorar su dolor de rodilla que le impide subir y bajar escaleras en su vida laboral. Cada paciente tiene una demanda mecánica cotidiana a rendir. Para eso, debemos periodizar la rehabilitación. Planear de qué forma vamos a progresar desde la primera hasta la décima sesión, o hasta el alta del paciente.
Una vez que planeamos cómo vamos avanzar a lo largo del tiempo con nuestro paciente, es momento de la PROGRAMACIÓN. Conceptos que parecen similares pero que implican acciones distintas.
Mientras que periodizar implica planear cómo vamos a estimular las distintas capacidades físicas en el tiempo, la programación implica la selección de ejercicios, series y repeticiones, pausa, intensidad, etc.
Podría asegurar que la gran mayoría de nosotros, con suerte, solo consideramos este paso dentro de la planificación y la rehabilitación, olvidando o sin tener en cuenta el primer concepto.
Nos interesa más buscar el mejor ejercicio, el más novedoso o desafiante, olvidando aspectos fundamentales de la programación como lo es la intensidad (factor primario para lograr adaptaciones), la orientación de la fuerza (trófica – metabólica o neuromuscular) y con ello, el volumen (la cantidad de series y repeticiones), la densidad (pausa en función del trabajo realizado), la frecuencia (cantidad de estimulos semanales).
Como vemos, programar una sesión de terapia física, va más allá de seleccionar ejercicios, y entender cuál es la dosis adecuada que mejores adaptaciones puede producir, no es tarea sencilla.
Por esto, la propuesta sería que para cada paciente, y por ende para cada lesión/disfunción, podamos plantear una idea flexible de rehabilitación en función del tiempo, con criterios funcionales bien definidos, que nos permitan entender cuándo y porqué avanzar en la periodización hasta otorgar el alta fisiokinesica.
Intentando ser coherente con lo planteado en párrafos anteriores, toda rehabilitación la podríamos (en general) periodizar en tres a cuatro etapas, e ir avanzando en una especie de escalera progresiva, objetivos bien definidos que nos permita programar cada sesión en particular, hasta el retorno al juego o a las AVD.
Tanto para un deportista profesional como para un adulto mayor, tras una lesión, la primera fase iría orientada a mejorar rangos de movimiento, libre de dolor o minimizando el mismo y seleccionando ejercicios que no comprometan la región lesionada, o bien que promuevan la curación a la vez que construyen capacidad física.
Quizás esta etapa sea más propicia (no exclusiva) para estar dentro del consultorio, o un espacio reducido, con ejercicios de baja intensidad, uso de bandas y otros medios que nos permitan cumplir con los propósitos enunciados.
Una vez logrado los objetivos de la primera fase (valorados a través de criterios bien definidos), en este escalón podríamos dedicarlo a salir del consultorio exclusivamente, y emplear la terapia física con el objetivo de restituir las capacidades físicas perdidas producto de la lesión.
Podemos seguir insistiendo en mejorar la movilidad / flexibilidad / etc. pero a partir de este escalón debemos concentrarnos en recuperar los niveles de fuerza, bajo el criterio de sobrecarga progresiva de forma específica en relación a la lesión y también de forma global-general (el desentrenamiento y desacondicionamiento tras una lesión ocurre en todo el sistema).
En este estadío, intentaremos exponer al paciente a estimulos que guarden relación con lo que sucede en el deporte, actividades de la vida cotidiana. Es momento de dejar de re-entrenar / educar movimientos controlados y comenzar a aplicar velocidad a estos gestos. Ante diversas cargas (podemos usar un espectro que vaya desde cargas altas hacia cargas bajas), pero intentando siempre asemejarnos a la carga que debe tolerar este paciente en su vida deportiva / laboral o cotidiana.
En caso que sea un deportista, quizás sea el escalón propicio para promover el retorno a entrenamientos específicos, adaptando y siendo muy rigurosos con el control de la carga (metros a recorrer / intensidad / cantidad de cambios de dirección / cantidad de saltos – lanzamientos/ etc)
Este último peldaño, puede ser compartido con el anterior, o bien diferenciarlo para dejar bien definidos criterios de alta, que nos aporten información objetiva para decidir el regreso al deporte o a las actividades laborales – cotidianas.
Es un momento acorde para promover educación respecto al retorno deportivo (progresiones lógicas) como la cantidad de minutos recomendada para la primera competencia y cómo ir aumentando a lo largo de las semanas; o bien, en casos fuera del ámbito deportivo, realizar sugerencias en torno a las actividades cotidianas (cantidad de pasos diarios / subir y bajar escaleras / tareas de jardinería / etc.). A todo aquello que pueda suponer una carga física, y debamos monitorear.
Propuesta de rehabilitación basada en sobrecarga y exposición a la carga progresiva
El camino que suele suceder. Una rehabilitación basada en solo recuperar movilidad / flexibilidad y poca exposición a la carga que debe tolerar el paciente en su actividad laboral-cotidiana o deportiva
La dosificación de la carga, no debería a mi entender, distinguir de paciente. Todos tenemos una carga que tolerar en nuestra vida cotidiana, y es nuestro deber como rehabilitadores, intentar conocerla e interpretarla, para que constituya nuestro norte a lo largo de la recuperación.
La rehabilitación es un continuo, que debe constituirse como una suerte de escalera, con peldaños de sobrecarga progresiva, que constituyan – devuelvan la capacidad funcional de nuestro paciente, evitando saltar del primer escalón al último, puesto que es más factible que la rehabilitación fracase.
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